5ta FECHA / DEPORTIVO GUAYMALLEN 0 - MIRMIDONES 2

Sábado 24 de Mayo. Campeonato Hurlingham Club. Capítulo 5.
Corría un 24 de mayo, Año 2008, y el otoño había transformado sus hojas secas en ráfagas invernales esa tarde. No era una tarde como cualquier otra. No era una más.
El clásico, el partido que todos quieren ganar, se acercaba y los jugadores iban llegando uno a uno a las inmediaciones del Hurlingham Club.
El partido comenzaría a las 16 hs. Y el árbitro elegido por los organizadores del torneo era el Sr. “Juan Cástralo”. Un juez con carácter, temperamento, pinceladas de locura, frases únicas y a veces poco criterio, iba a ser mediador entre los equipos. Vale destacar que es un amante del futbol y del fair play. Le agradecemos la banca que nos hace sábado a sábado. Llueva, nieve o truene. Un personaje que se ha hecho querer por los amantes de este torneo.
Mientras nos cambiábamos, entre charlas y chistes, la cuenta regresiva había llegado a 0 y nos faltaban las casacas “celestes”. Las hermosas remeras que lucimos con orgullo.
Ya con las camisetas puestas, y por ánimos caldeados, el referee nos reunió a los jugadores de ambos equipos rodeando el círculo central. En el centro, y con el respeto que impone su presencia, Juan pidió silencio y que prestemos mucha atención a lo el iba a decir. Pidió calma y anuncio que ante actos antideportivos el premio sería una expulsión. Entendimos el mensaje, nos acomodamos en la cancha y le dimos vida al partido. Empezaba el esperado partido entre Mirmidones y el Deportivo Guaymallén de Hurlingham.
Desde el primer minuto el equipo celeste salió a comerse la cancha. A veces compacto, otras desconcentrado. Tratamos de tocar, tratamos de avasallarlos. Dejamos todo.
Mientras tanto los Mirmidones trataban también de jerarquizar su juego con lo que le partido se transformó en un chato ida y vuelta con pocas situaciones de peligro para ambos equipos. Algún que otro disparo poco direccionado y algún que otro foul eran generadores de peligro en cada uno de los arcos.
Minutos más. Minutos menos. El infortunio de una jugada impensada forjó el primer gol del partido. Tratando de poner la pelota en el suelo y de imponer su juego, el “depor” (es así como le gusta decirle a los hinchas), tocaba la pelota. Hacíamos que circule. Circuló tanto hacia atrás que en un momento terminó golpeando nuestras redes. Un pase “bomba de papa” hacia atrás al arquero estrella fue aprovechado por una flecha que voló, vaya a saber el mundo de donde salió, y empujó la papa el fondo de la olla. Y era así que los amargados de remera negra metían el gol que nos robó la tranquilidad.
Faltaban muchos minutos para que termine el partido. El capitán nos pidió que no nos desesperemos. Yo creía que lo ganábamos, estaba seguro. Un gol parecía poco.
La verdad es que tuvimos momentos de desconcentración. Revoleamos la pelota y por momentos no teníamos jugadores en el campo contrario. El silbato gritó el final del primer tiempo. Un primer tiempo muy ordinario. Poco se asemejaba al juego que venía mostrando Guaymallén hasta ese momento.
En definitiva jugamos un muy buen segundo tiempo. Tuvimos muchas chances. La pelota no quiso entrar. Nos costó definir las jugadas. Cristalizábamos toques en jugadas magnificas y las hacíamos volar en mil pedazos cuando no podíamos concretarlas. No pudimos romper el cero en la valla contraria y lo resultante de eso fue la derrota. El pitido final sonó y nos robo la ilusión. Merendamos amargura, comimos dos pepas y tomamos frío. Así fue esa tarde, pasamos vergüenza y Ramoun se fue llorando desconsoladamente. Final abrupto. Me canse de escribir.

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